miércoles, 5 de septiembre de 2007

Transgresión en segundo orden



Cuando pasamos al latín transgredior, transgrssus y transgressio, tenemos en principio unos términos inofensivos que indican el paso de un lugar a otro, generalmente saltando un obstáculo. Al aplicarlos metafóricamente a las leyes y a las normas de conducta, llegamos al sentido que tienen en español: infringir (de frangere, fractum), quebrantar (frec. de quebrar), vulnerar (de vulnerem, herida), desobedecer una orden, ley, etc. de cualquier clase.







Primer principio de la transgresión. Es necesaria. Sin transgresión es imposible ningún tipo de progreso. Pero es necesario asimismo que exista un orden y por tanto que se persiga y se castigue sin contemplaciones toda transgresión. Cada ventaja y cada contemplación que le arranca el transgresor al responsable de velar por la ley, es un retroceso del orden establecido. Segundo principio: sólo le está permitido ser transgresor a aquel que es capaz de escapar al castigo, o a aquel que es más fuerte que los encargados de velar por el orden y castigar. En toda transgresión se produce un pulso entre el transgresor y el responsable de velar por la ley y el orden.

Dos ejemplos de transgresión: 1. Milósevich limpia Bosnia y Kósovo de etnias extrañas, bajo la mirada de una Europa que tiene distintas maneras de valorar lo que está pasando. Nadie se ve con fuerzas suficientes o con las ideas lo bastante claras como para pararle los pies, así que Milósevich va transgrediendo principios elementales de "comportamiento político".

Un transgresor ataca a otro transgresor. Lo que hicieron los servios con la ayuda de Milósevich, ahora lo hacen los albaneses con la ayuda de la OTAN. Los dos usan los mismos argumentos: estas cosas no hace falta ordenarlas; es un sistema de venganzas, y por otra parte es imposible pararlas. Las explicaciones de la OTAN irán a misa; las de Milósevich no valen para nada.

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